Los microcidas, presentes en el intestino, son péptidos antimicrobianos que refuerzan la capacidad del organismo para combatir enfermedades. Utilizando la técnica de edición del genoma CRISPR, los investigadores introdujeron un gen que mejora la resistencia a las enfermedades en el bagre en comparación con sus homólogos silvestres. El bagre modificado exhibió tasas de supervivencia «de dos a cinco veces mayores», lo que destaca la eficacia de la modificación genética.
Sin embargo, la adición de catelicidina al gen de la hormona reproductiva resultó en una reducción de la fertilidad del bagre. Esta precaución se considera crucial para prevenir la contaminación genética de los híbridos de bagre salvaje.
Si bien todavía existe incertidumbre en torno a la aplicación de la tecnología CRISPR, explorada principalmente en mamíferos, en peces, los investigadores prevén aprovechar la edición de genes en caimanes y bagres junto con otras técnicas de reproducción para mejorar la producción ganadera y ayudar a los agricultores a lograr mayores rendimientos.
En 2021, se prevé que Estados Unidos genere aproximadamente 140.000 toneladas de bagre vivo, lo que representa más del 50% de la demanda nacional de pescado de piscifactoría. Sin embargo, el cuidado del bagre requiere muchos recursos, lo que se ve agravado por el espacio limitado en las granjas, lo que conduce a la rápida propagación de enfermedades entre las especies. Alrededor del 45% de las especies de peces sucumben a enfermedades infecciosas, agravadas aún más por una creciente resistencia a los antibióticos en las poblaciones de peces.
A pesar de las posibles preocupaciones entre los consumidores acerca de que el bagre comparta recursos genéticos con los caimanes estadounidenses, los investigadores han asegurado al público que la carne derivada de estos peces híbridos es completamente segura.