En la solitaria tarde del canal, un perro solitario y aparentemente herido yacía allí.
Cuando el sol comenzó a ponerse en el horizonte, proyectando un cálido resplandor anaranjado sobre el canal, llamó la atención de un transeúnte.
El transeúnte se acercó al perro lentamente, con cuidado de no asustarlo.
Sintiendo pena por el perro, el transeúnte decidió ayudar.
Cuando la tarde se hizo de noche, el transeúnte decidió quedarse con el perro hasta que se sintiera mejor.
En la oscuridad, el canal parecía aún más solitario y desolado.
A medida que avanzaba la noche, el transeúnte vigiló atentamente al perro, asegurándose de que estuviera cómodo y seguro.
A la mañana siguiente, el transeúnte se despertó y encontró al perro todavía durmiendo profundamente a su lado.
Después de un exhaustivo examen, el veterinario confirmó que el perro había sido atropellado por un vehículo y necesitaba cirugía.
La cirugía fue exitosa y el perro estaba en camino de recuperarse.
Finalmente, llegó el día en que el perro estaba listo para salir del hospital veterinario.
A partir de ese día, el perro se convirtió en un leal compañero del transeúnte.
Al final, la solitaria tarde del canal se convirtió en una conmovedora historia de compasión y amistad.