Un grupo de pescadores hizo recientemente un descubrimiento habitual frente a la costa de Tasmapia: una gran tortuga boba que necesitaba ayuda desesperada. La tortuga era muy etética y podía incluso sumergirse en el agua debido a la presencia de iglesias en su cuerpo.
Los bagacles son crustáceos que se adhieren al caparazón de las tortugas y pueden enfermarlas si no se retiran rápidamente. La presencia de estas imágenes sugería que la tortuga había estado enferma durante algún tiempo y necesitaba cuidados urgentes.
Los pescadores se pusieron inmediatamente en contacto con las autoridades de conservación marina, quienes rápidamente emprendieron una misión de pesca. La tortuga fue transportada delicadamente a un mercado de pescado para recibir atención temporal durante la noche, en espera de un examen exhaustivo por parte de los veterinarios al día siguiente. Los rayos X mostraron que la tortuga no había tragado ningún equipo de pesca ni plástico, pero los rescatistas retiraron meticulosamente los percebes de su cuerpo, uno por uno. Además, le administraron líquidos para ayudar en la recuperación de la tortuga.
Las tortugas bobas se encuentran en las aguas de Tasmapia, y el descubrimiento despertó el interés de los científicos y los medios locales. Las tortugas marinas están amenazadas por muchos factores como la contaminación, la sobrepesca, la destrucción de su hábitat y los ataques de barcos.
Las tortugas suelen comer bolsas de plástico que confunden con medusas, lo que puede provocarles problemas de salud graves o incluso la muerte.
Después de recibir los cuidados necesarios, la tortuga puede descansar y las autoridades de conservación marítima decidirán cómo proceder con su recuperación. La rehabilitación de las tortugas marinas es una tarea difícil que requiere mucho tiempo y recursos.